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1 ene 2017

Día 1: Barcelona - Chicago

Con tres días de retraso por fin podemos empezar a contaros lo que nos vamos encontrando de momento en los Estados Unidos. Hasta hoy no ha sido posible porque en Chicago no teníamos Wi-Fi.

El Viaje:

Hay una cosa que me ha quedado muy clara durante las primeras horas del viaje: preocuparse es estúpido e inútil. Días de nervios y comeduras de cabeza para conseguir no dormir apenas la noche previa a la salida. Al final, todas las preocupaciones han sido infundadas y todo ha salido rodado: En el aeropuerto de Barcelona, una amable chica nos ha colado delante de una interminable cola en el mostrador de facturación, el temido control aduanero de USA ha quedado en 20 minutos de cola y un amable agente (si, no es coña, amable) que nos ha puesto el sello en el pasaporte sin mayor problema, las maletas, a la primera, las dos bien juntitas, el coche de alquiler, pues hemos pagado un compacto y el chico del parking nos ha dado un Mid-Size por la cara (it's OK for you, guys), el cambio automático del coche, aparte de unos cuantos tirones en el aparcamiento del aeropuerto, sin mayores problemas, es como llevar un coche en el Gran Turismo. Lo dicho, preocuparse antes de tiempo es una tontería, los problemas hay que solucionarlos cuando se presentan (si lo hacen) no antes.



Chicago:

La primera impresión, según uno se va acercando es de "vaya pedazo de ciudad en la que nos estamos metiendo", pero al adentrarse, te das cuenta de que pese a los gigantescos rascacielos, es una ciudad hecha en una escala muy humana. Es mil veces peor conducir por Barcelona que por Chicago. Las avenidas son anchas, hay grandes parques y zonas peatonales y sobretodo, es una ciudad bonita, lo primero que hicimos pese a estar reventados tras catorce horas de viaje, fue salir a caminar.



Bajamos por la Magnificient Mile, una calle donde se concentran las mas exclusivas (y caras) tiendas, y donde se empieza a apreciar la arquitectura de los rascacielos típica de Chicago. Luego nos acercamos a la orilla del Lago Míchigan, para disfrutar de un paseo por el Navy Pier, una gran zona de ocio construida sobre un espigón que se adentra en el lago, con una gran noria, atracciones, circo, conciertos, bares... Como una gran feria permanente para toda la familia.


Para volver, encontramos sin querer un paseo que discurre paralelo al Chicago River, con pequeños cafés, gente haciendo footing, barquitas que se adentran en la ciudad... todo muy idílico. Nos gustaron mucho también los puentes levadizos que cruzan el río, hechos de hierro, y muchos de ellos con tráfico en dos niveles diferentes. Virguerías de la ingeniería, vamos. Igual que el hecho de poner el Metro de la ciudad elevado sobre las calles en lugar de sepultarlo por debajo.



Día 2: Bajo el sol de Chicago
La llaman la ciudad del viento, y es verdad. No te puedes librar de una brisa polar que te refresca continuamente...

15 jun 2011

Día 2: Bajo el sol de Chicago

La llaman la ciudad del viento, y es verdad. No te puedes librar de una brisa polar que te refresca continuamente, lo cual sería de agradecer, si no fuera porque no te das cuenta y el sol te va abrasando el pellejo. Total, que hemos acabado el día con la cara y los brazos rojos al mas puro estilo "turista-Inglés-en-Lloret-de-Mar".
Aquí comienza todo

La primera visita ha sido obligatoria. Acercarnos a Adams St para fotografiar el cartel que marca el inicio de la Ruta 66. Nos gusta mucho Chicago, pero no podemos olvidar qué nos ha traído aquí. De camino hemos podido ver de cerca el famoso Metro elevado de Chicago. Cuanto menos hay que decir que es curioso.



Después de las fotos de rigor y de un buen desayuno en la misma Adams St. (No todo es fast-food, también hay restaurantes con comida natural), nos hemos acercado a la Willis Tower, el edificio mas alto de América y antiguamente de todo el mundo, para ver la ciudad desde otro punto de vista... a 103 pisos de altura.


Willis Tower:

La principal atracción del mirador de Willis Tower no es otro que el SkyDeck, una plataforma de cristal en la que literalmente estás caminando sobre el vacío, y muuuy abajo, como hormiguitas, se pueden ver pasar los coches y la gente. La verdad es que para un cagueta como yo, tanta altura me ha puesto bastante nervioso, así que nada mejor para relajarse que un paseo por los parques que bordean el Lago Michigan.


Desde la Buckingham Fountain hay una de las mejores panorámicas de la ciudad, vale la pena sentarse un rato a contemplarla. Un poco mas al sur hay un museo de historia natural, que de haber tenido mas tiempo seguro que hubiese valido la pena visitar, ya que contiene el esqueleto mas grande y completo de T-Rex que existe. También está el Soldier Field, un estadio de futbol americano, hogar de los Chicago Bears, que parece una mezcla de templo romano y nave de Star Trek. El paseo nos ha abierto el apetito y hemos podido saborear el auténtico Hot-Dog "Chicago-Style".


Millenium Park:

Visita obligadísima. Es una maravilla de parque. Da gusto tumbarse en el césped del Jay Pritzker Pavilion, un inmenso auditorio al aire libre donde se celebran conciertos gratuitos cada tarde durante el verano. El diseño es de Frank Ghery, autor entre otros del Guggenheim de Bilbao. Justo al lado nos encontramos con una singular escultura, el Cloud Gate, o como se le conoce popularmente, "The Bean". 


 Se trata de una especie de gota gigante de mercurio, que ofrece cantidad de juegos visuales según donde te pongas y desde donde la fotografíes. Y caminando un poco mas allá, está Crown Fountain, una explanada con dos monolitos, uno a cada extremo, donde aparecen proyectadas las caras de ciudadanos de Chicago. De estas caras salen unos chorros de agua que hacen las delicias de los críos. Toda la fuente estaba llena de niños correteando, echándose agua, patinando por el suelo... Me gustaría un parque así en mi ciudad.



Día 1: Barcelona - Chicago
Con tres días de retraso por fin podemos empezar a contaros lo que nos vamos encontrando en los Estados Unidos...
Día 3: Chicago - Lincoln
Hoy ha sido el día de empezar a amortizar el alquiler del coche...