Ya falta poco. Las maletas están abiertas, listas para ser puestas a prueba. Los billetes, bonos y reservas se amontonan en el escritorio. La guía y los mapas ya tienen arrugas y aún ni se imaginan lo que les espera.
Repasamos los detalles una y mil veces y siempre parece que falte algo, y poco a poco, a traición, sin avisar, algo va creciendo en nuestro interior y no es culpa del café, ni de Wembley, ni del gato que siempre se llevan al agua y no hay manera que se ahogue: Está naciendo la anaconda.
Por ahora no es mas que un simple gusanillo que baila en el estómago, una sensación de que el sarao en que nos estamos metiendo no va con nosotros, pero sabemos que según pasen los días, el gusanillo se convertirá en una gran culebra que se nos comerá las uñas, algunos años de vida y muchas horas de sueño, pero no importa, porque el objetivo bien se lo vale: Viajar desde la Costa Brava hasta las playas de Santa Mónica pasando por Chicago, cruzar la tierra de los tornados y asomarse a la gran cicatriz del Colorado, visitar la ciudad del pecado y el país de los sueños. ¡Nos vamos a la Ruta 66!