24 ago 2011

Red Oak II - Missouri

Vamos a intentar mantener esto con vida, por lo menos una vez al mes intentaré hacer una nueva entrada explicando cosas que nos quedaron a medias, bien sea un sitio curioso para visitar, lugares donde comer o lo que se nos vaya ocurriendo.


Hoy empezamos con Red Oak II, situado en el estado de Missouri, tomando un desvío un poco antes de llegar a Carthage. Se trata de la recreación de un pueblo americano de los años 30. Obra del artista Lowell Davis, que después de muchos años viviendo en la ciudad, decidió volver al pueblo de su infancia, Red Oak, esperando reencontrar el estilo de vida y la felicidad de esa época.


Obviamente, todo había cambiado y ya nada era como él recordaba, pero en lugar de rendirse y olvidar su sueño, tomó una determinación: reconstruir su querido hogar tal como lo recordaba, así que comenzó a buscar todo tipo de edificios y  vehículos abandonados de la época y los trasladó a unos campos de maíz de su propiedad. ¿Cómo se traslada un edificio varias millas? Ni idea, pero ahí están.



Allí los restauró y los ubicó formando lo que es actualmente Red Oak II. Dedicó 30 años a esta tarea, pero el resultado vale la pena. Actualmente incluso hay gente viviendo en alguna de las casas, no hay que pagar nada para entrar y darse una vuelta por el pueblo, que tiene de todo: Iglesia, gasolineras, comisaría del Sheriff, cementerio, parque de bomberos...



 

Los edificios además están perfectamente amueblados, y en algunos como la iglesia se puede entrar, aunque la mayoría nos tenemos que conformar con verlos de fuera. Hay que ir con cuidado de no meterse en las casas donde vive gente de verdad, porque esas son propiedad privada.

Una guardería un tanto especial.
Casas habitadas.
La casa del lago.
El Sheriff no estaba, no hay muchos crímenes en Red Oak II

También podemos admirar algunas esculturas del artista, que son cuanto menos ingeniosas y divertidas:


Villa-Gorrión :)
La pesadilla del lampista.
Al lado de la escuela hay un buzón donde se puede dejar una propina que sirve para el mantenimiento del lugar, lo cual, ya que no cobran entrada, no me parece una mala idea.

Donaciones aquí.
 Resumiendo, un lugar muy bonito al que nunca hubiésemos llegado de no ser por que nos lo recomendaron en Gay Parita, donde nos dibujaron un mapa incluso para no perdernos. La conclusión es que no todo está en las guías y que vale la pena dejarse aconsejar por la gente que nos vayamos cruzando, ya que ellos mejor que nadie conocen lo mejor de sus tierras.